La contaminación en nuestras ciudades afecta a la salud de todas las personas, pero muy especialmente a colectivos sensibles, como personas adultas con enfermedades respiratorias o del corazón, mujeres embarazadas, personas mayores de 65 años o los menores de seis años. El origen principal de la contaminación en las zonas urbanas está en la circulación de los vehículos de motor.
Las medianas y grandes ciudades españolas incumplen sistemáticamente los límites de contaminantes establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los agentes más peligrosos son el dióxido de nitrógeno y las partículas PM10. Madrid, Barcelona, Guadalajara, Salamanca, Sevilla y Zaragoza son algunas de las ciudades que han superado en 2019 el nivel máximo de dióxido de nitrógeno establecido por la OMS en 200 microgramos por metro cúbico.
El informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB).
Según un informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), el 98% de la población de esta ciudad puede estar expuesta a niveles superiores a los recomendados de PM10 y un 68% a niveles superiores de NO2. Por eso es importante adoptar colectivamente hábitos que contribuyan a reducir las emisiones de contaminantes en el aire que respiramos.
La solución: la apuesta de las ciudades por un cambio de modelo urbano y por la movilidad sostenible.
Para ello las administraciones públicas han de apostar de forma decidida por un cambio de modelo urbano y de movilidad, que priorice a los peatones, los usuarios de bicicletas y del transporte público, frente a los automóviles. Un ejemplo de este tipo de medida es el proyecto de las supermanzanas impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona.
De acuerdo con un estudio publicado por el Instituto de Salud Global (ISGlobal), con la implementación del proyecto de las supermanzanas en su integridad, los niveles medios anuales de contaminación atmosférica por NO2 se reducirían un 24% ¬—de los 47 ug/m3 actuales se pasaría 36 ug/m3, cumpliendo así con las recomendaciones de la OMS de un máximo de 40 ug/m3.
Asimismo, el transporte privado motorizado se reduciría considerablemente y, de los casi 1.190.000 viajes que se producen cada día entre semana en la actualidad, se estima que cerca de 230.000 se pasarían a realizar en transporte público y activo (en bicicleta y/o a pie).
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