Cada vez son más las ciudades que ofrecen el sistema de bicicletas compartidas a sus ciudadanos, pero el uso de éstas no siempre cumple sus expectativas. Se está buscando impulsar la movilidad sostenible en las ciudades, pero un buen sistema de bicicletas compartidas con la última tecnología no es suficiente, los ciudadanos necesitan más, o necesitan algo diferente.
Por ejemplo, el sistema Bixi de Montreal, podría considerarse un caso de éxito, pero esto no se debe solo a la calidad del sistema en sí, la infraestructura ciclista de la ciudad tiene mucho que ver. El sistema Bixi, lleva nueve años en activo, es muy usado y funciona bien. Cuenta con 6.000 bicicletas repartidas en 500 estaciones por toda la ciudad, y a este sistema hay que añadirle los 700 km de carriles bici segregados que hay en la ciudad de Montreal, que ofrecen la seguridad que los ciudadanos necesitan para elegir la bicicleta para sus viajes diarios.
Las ciudades juegan un papel clave en la transición hacia la movilidad sostenible.
La innovación en materia de movilidad no viene solo de la mano de compañías tecnológicas, sino que las ciudades, entendiendo como tales a ayuntamientos y ciudadanos, tienen un rol muy importante que jugar.
En lo que se refiere a al papel del transporte público en la movilidad sostenible, son muchas ciudades las que pueden servir de referencia. Ciudad de México y Buenos Aires pusieron en marcha sendos sistemas de Metrobús, que cuentan con carriles exclusivos para los buses y un servicio frecuente. A día de hoy, las flotas de este sistema mueven a millones de personas al día. En otras ciudades como Londres la situación es parecida, 2 millones de personas viajan diariamente en alrededor de 700 trenes de metro, cada uno de estos transporta a más de 2.000 viajeros.
Está demostrado que para mover a muchas personas en grandes urbes la solución es recurrir al transporte público. Por lo tanto, teniendo en cuenta la tendencia actual del crecimiento demográfico de las ciudades, hay que trabajar para que el transporte público vuelva a ser atractivo.
Esta claro que la transición a la movilidad sostenible se conseguirá mejorando las infraestructuras para que los sistemas de movilidad más amables con la ciudad, como las bicicletas o el transporte público, funcionen de manera eficaz y garanticen una experiencia cómoda y segura a los usuarios. Y para ellos las ciudades deberán trabajar en común, aprendiendo unas de otras.
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